Libro- Carrera al Dakar

aprox.340 stra A5, tapa blanda Prólogo Ewan McGregor Estábamos en un despacho y nuestro libro acababa de entrar en la sala. Hubo una verdadera emoción. Los dos cerramos los ojos y los cubrimos con las manos y el libro se colocó sobre el escritorio. Y entonces: ¡ta da! Ahí estaba, y ahí estábamos nosotros, de pie y orgullosos en la portada como dos exploradores de antaño. Nuestro primer libro. Era la primera vez para ambos, y los dos nos gritábamos. "Vaya", dijimos. "Mira eso... esa foto se extiende por toda la portada". "Genial". Lo hojeamos en silencio durante un rato, mirando las fotos del grupo y leyendo pequeños fragmentos. Un sentimiento de orgullo me llenó el pecho cuando Charley dijo de repente: "Oh, joder". "¿Qué?" Pregunté. "Aquí dice que voy a Dakar en 2006". Mi amigo Charley llevaba montando en moto desde los siete años, lo que le convertía en una especie de héroe a mis ojos. Su pilotaje siempre había sido muy bueno, tanto en el circuito como en la ciudad, pero tenía que mejorar. Mucho mejor. En el viaje descrito en La vuelta al mundo en moto, le seguí mientras me guiaba por algunas carreteras un poco más duras, y es cierto que ambos mejoramos. El terreno que nos puso a prueba en Kazajistán habría sido pan comido si lo hubiéramos encontrado después en Siberia. Hubo momentos en los que ambos nos sentimos satisfechos con nosotros mismos. Después de esos tramos, nos quitábamos los cascos, con enormes y polvorientas sonrisas visibles debajo, y entonces revivíamos momentos de perfección motociclista en nuestros recuerdos. Siempre se utilizaba un nombre al describir estas experiencias. No se trataba de describir alguna técnica de conducción off-road (ciertamente no en mi caso), sino la sensación de la misma. Cuando todo se unió, la moto parecía desaparecer debajo de ti y te sentías como si estuvieras volando, sin pensamientos o decisiones sobre qué pista tomar, en qué marcha cambiar, todo era automático y te dejaba tan libre para disfrutar de la mezcla real y la emoción. Momentos del Dakar. No sé si Charley decidió realmente correr el rally más duro del mundo cuando, en un arrebato de soberbia, se lo dijo a nuestro editor momentos después de llegar a Nueva York: "Sí, la próxima vez haré el Dakar". Pero cuando lo vio impreso en la portada de nuestro libro, superó con creces el reto. A lo largo del año siguiente, le vi cambiar y le vi cada vez menos mientras se sumergía en un exigente programa de entrenamiento. Nunca le había visto tan decidido, nunca antes se había sumergido en algo así. Realmente sorprendió a la gente con su pilotaje y su pasión por este nuevo y aterrador desafío. Muchos de sus amigos y familiares -incluido yo mismo- estaban preocupados y nerviosos por él. El entrenamiento fue muy duro y todos sabíamos de los peligros mortales que podía encontrar durante la carrera. Sé que el propio Charley estaba asustado esa última semana antes de la carrera, pero nunca trató de echarse atrás ante la tarea que se cernía sobre él. Yo estaba a muchos kilómetros de distancia cuando esa carrera comenzó en Lisboa en enero de 2006, pero sé que, junto con muchos otros, mis oraciones lo encontraron sudando en la línea de salida, con el motor rugiendo y el corazón latiendo en la garganta... "VE, CHARLEY... VAYAN". Ewan McGregor, julio de 2006